La construcción de la paz comienza en lo ínfimo e interno del ser humano, cualquier expresión de búsqueda de paz externa, manifiesta un conflicto interno no resuelto, que se expande de la mínima expresión, a las grandes explosiones de las guerras del mundo.
Cuando hablamos de paz es inevitable, hablar de VIDA, y la misma no tiene una expresión ni uniforme, ni selectiva, es pasible, es fluctuante, de complejas contradicciones, y de múltiples expresiones, diferentes siempre, y muchas veces presentadas como paradojas, que tienden a reconciliarse, justamente por la variedad de sistemas que construyen la vida, en cualquiera de las manifestaciones conocidas en este plano de la conciencia, y en otros que ,con la mente finita no podríamos alcanzar a comprender.
Toda vez que aconsejamos actitudes para tomar acciones en pos de construir la paz, de crear conciencia y cultura de la misma, en general lo estamos haciendo para afuera, hacia lo exterior, mientras que el mensaje viene desde lo interno, y es el mismo mensajero el que necesita ahondar en lo que predica para comprometerse con ello, y ponerlo en ejercicio permanente, tratando de conseguir ese estado nuevo que le permita sentirse fluctuante de una manera equilibrada entre lo desequilibrado, desarmonizado, o en permanente conflicto de ambigüedades . El desafío humano para construir la paz, no es conseguir un estado de estabilidad permanente, sin caos existencial, ni que nada, ni nadie lo provoque o lo perturbe, sino que ha de saber asumir la realidad, centrarse en el centro mismo del conflicto, observarlo con mesura, con objetividad, aun con las dolorosas frecuencias que muchas veces le llegan al ego humano para resolver el dilema en el que se encuentra, para poder así dilucidar la verdad que le aqueja, para rencontrarse consigo mismo , resolviendo, y poder así sentir ese alivio que da la superación de haberse encontrado en el ojo de la tormenta ,y que después el arco iris marque la plenitud, la satisfacción de haber concebido el problema, y la posterior capacidad de evaluar con objetividad su situación dentro de la circunstancia que obstruía esa paz, una paz de momentos, porque la vida es de instantes, entonces la paz puede ser duradera si realmente se ha conseguido alumbrar el camino que lo lleva a superarse, aprender la lección, y en sucesivas oportunidades que se presenten similares o no , ya no transitar por esos caminos huelleados .
También es plausible y sabio considerar a la justicia como generadora de paz, pero como argumento anteriormente, también la justicia es parte de conseguir ese centro generacional de observar meditativamente desde donde debe partir la justicia anhelada, que muchas veces ciertamente puede ser sinónimo de paz. Lo justo es muy relativo visto desde una mera mirada humana, muchas veces no se alcanza a comprender posturas determinadas que al simple ojo mortal se caen por desavenencias que no condicen con la lógica de las realidades, sin embargo hay una justicia más allá de la humana, que es la de la propia conciencia, la que hará que realmente exista el cabal equilibrio de lo acontecido, e injusto. Entonces pretender que la paz se concentre y surja a partir de la justicia concebida desde los valores éticos y morales de lo considerado humanamente, será siempre un impedimento para encontrar la paz ,una paz con múltiples implicancias que tiene que ver con la reconciliación de aceptar la realidad tal cual es y obrar en consecuencia, y de acuerdo a lo observado y absorbido por la propia conciencia limitada a la cual el humano alcanza a comprender ; sostener posturas rígidas de jueces determinantes sobre las acciones humanas de los semejantes, se está nuevamente generado otro conflicto, que tendrá connotaciones similares a las que se produjeron en otros, o en los mismos desajustes existenciales.
La práctica de la paz, nace en la cuna del humano, cuando se lo ha respetado, resguardado, se lo ha hecho “ consciente “ de si mismo, de su lugar en el mundo , de su propósito de vida, y del compromiso con ello; un individuo pleno, satisfecho, centrado en su SER, no necesitara explotar compulsivamente en búsquedas de paz porque estará reconciliado con el mundo, con el universo entero, porque comprenderá que ES el universo cumpliendo con lo fundamental, que es vivir la propia vida en libertad y responsabilidad frente a si mismo y a su entorno, porque es una expresión de su propio SER EN UNICIDAD con lo cósmico, y trascendental.
La paz no se ruega, no se grita, no se expresa verbalmente, la paz es vida que se manifiesta en la plenitud de ser, con la única manera que conocemos en esta vida UN SER HUMANO, en constante proceso de evolución.
Myriam Teresa Mena
Derechos en reserva.
2 comentarios:
Maravilloso, mi querida Myri, mosquetera de la paz.
Diuos te bendiga por éste magnífico manifiesto.
Cuídate mucho, mi preciosa.
Besos.
Namasté.
Hola poetas y mensajeras de la Paz, es un gusto participar con Ustedes en esta página.
Un abrazo enorme.
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